CONAMEGE
La Sociedad Mexicana de Cardiología, de la mano de un equipo multidisciplinario, desarrolló la guía para el diagnóstico y tratamiento de las dislipidemias, en la que indica las estatinas como la piedra angular del tratamiento farmacológico. Además, se enfatiza en las intervenciones no farmacológicas para un tratamiento óptimo de prevención primaria y secundaria de eventos cardiovasculares.
Las enfermedades cardiovasculares causan gran morbimortalidad en quienes la padecen. Comprenden la cardiopatía isquémica, la insuficiencia cardíaca, la enfermedad vascular periférica y la insuficiencia arterial periférica.1
Su fisiopatología ha sido ampliamente estudiada. Con el apoyo de la biología molecular, los investigadores lograron esclarecer los mecanismos de regulación metabólica intracelular y su relación con la aterosclerosis, como génesis de la remodelación vascular y las futuras complicaciones agudas que comprometen la vida de los pacientes.1
La Sociedad Mexicana de Cardiología (SMC) ensambló un grupo de trabajo multidisciplinario con expertos clínicos de diferentes sociedades académicas para el desarrollo de la presente guía. A continuación, se exponen sus principales recomendaciones.1
La aterosclerosis se define como una afección vascular que se caracteriza por inflamación crónica secundaria a la acumulación focal de lípidos oxidados en la pared del vaso sanguíneo. Se compone de dos términos: aterosis y esclerosis. La aterosis se refiere a la acumulación de lípidos en la pared vascular, y la esclerosis, a la formación de tejido fibromuscular alrededor de estos lípidos.1,2
La aterosclerosis tiene diferentes etapas, por ende, distintas lesiones con implicaciones clínicas variadas. En la tabla 1 se exponen en detalle.1,2
La dislipidemia hace referencia a todos los desórdenes del metabolismo de lipoproteínas cuya acumulación en sangre incrementa el riesgo cardiovascular (RCV). Existen dislipidemias primarias y secundarias. Las primarias obedecen a alteraciones genéticas y son ampliamente variadas y caracterizadas, con patrones hereditarios distintos.1
Las dislipidemias secundarias responden a diversos factores y constituyen la mayoría de casos en adultos. El sedentarismo y la ingesta de grasas saturadas son las principales causas. La diabetes mellitus tipo 2 (DM2), el consumo excesivo de alcohol, la insuficiencia renal crónica (IRC), el hipotiroidismo, la cirrosis hepática y algunos fármacos también se listan dentro de sus causas.1
Las dislipidemias se relacionan directamente con el riesgo cardiovascular (RCV) porque la evidencia actual confirma que uno de los procesos clave en la generación de aterosclerosis es la retención de lipoproteínas de baja densidad (LDL) y el colesterol vinculado a ellas.1
El RCV es la probabilidad que tiene una persona de desarrollar un evento cardiovascular aterogénico en un periodo determinado, dada la interacción de factores de riesgo específicos. Para calcularlo, se sugiere incluir el perfil lipídico. En la tabla 2 se presentan los diferentes grupos de RCV.1
Existen factores de riesgo no modificables como la edad, el sexo, la etnia o la carga genética. Por el contrario, las dislipidemias, el tabaquismo, el sedentarismo y la obesidad son modificables y vale la pena intervenirlos.1
El modelo Globorisk, validado en población mexicana, es un instrumento con una precisión diagnóstica superior al 70%. La escala más conocida para el RCV es la derivada de la cohorte Framingham, que tiene en cuenta factores no modificables, y predice el riesgo a 10 años.1-3
Distintas sociedades científicas europeas desarrollaron la escala SCORE, que predice el RCV asociado a enfermedad coronaria, y el QRISK, que estima el riesgo de enfermedad coronaria y eventos cerebrovasculares.1
La clinimetría para RCV debe aplicarse en individuos mayores de 50 años, pero cada vez existe más evidencia para aplicarla a edades más tempranas. Por ejemplo, la Sociedad Americana del Corazón (AHA) propone evaluar este riesgo a partir de los 20 años, con periodicidad de 4 a 6 años.1
Las GPC de la Sociedad Europea de Endocrinología (ESE) sugieren que se determine el CAC en adultos con desórdenes endocrinológicos de riesgo intermedio, sobre todo en quienes la decisión de iniciar estatinas no está del todo clara. La siguiente tabla expone el nivel de CAC y el RCV.1
Lo anterior se indica porque hay evidencia que demuestra que la detección de aterosclerosis subclínica es relevante en el manejo de los pacientes. En este sentido, la tomografía axial computarizada (TC) simple tiene buena precisión diagnóstica y adecuada correlación con eventos cardiovasculares.1
Por su parte, la angiotomografia computarizada (angio-TC) también mejora los valore predictivos de RCV sobre métodos tradicionales cuando se detecta una disminución de más del 50% de la luz carotídea.1
La terapia farmacológica y el algoritmo de toma de decisiones terapéuticas se resume en la figura 1.
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Codigo: GI-CG-3-9706
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