La tuberculosis congénita (TC) es difícil de diagnosticar ya que la enfermedad presenta pocos o ningún síntoma durante la gestación y manifestaciones inespecíficas en los recién nacidos. A continuación, se presenta un caso clínico de TC en un neonato de 8 días de nacido que tuvo 2 días de fiebre y distensión abdominal sin síntomas respiratorios.

La tuberculosis, un grave problema de salud pública mundial, ha sido durante muchos años una de las enfermedades con tasas más altas de incidencia y mortalidad entre todas las transmisibles en el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó que, en 2017, más de 1.6 millones de muertes fueron atribuibles a esta patología y 10 millones de personas la desarrollaron.1 La bacilemia tuberculosa durante la gestación puede provocar una infección de la placenta o el tracto genital materno, que en ocasiones se transmite al feto por diseminación hematógena o por aspiración o ingestión de líquido amniótico contaminado.2 En la literatura, se han reportado aproximadamente 400 casos de tuberculosis congénita, aunque puede haber muchos más no diagnosticados. La identificación oportuna a veces constituye un reto debido a signos y síntomas inespecíficos que pueden confundirse con otras infecciones bacterianas y virales.3 A continuación, se reporta el caso de un neonato que desarrolló TC y de su madre, que tuvo una presentación inusual de la enfermedad.1<h3>Presentación del caso1 </h3>Un neonato varón de 8 días fue ingresado con un cuadro clínico de 2 días de fiebre de hasta 39 ºC, sin síntomas respiratorios ni gastrointestinales. La familia negó antecedentes de contacto con tuberculosis. El menor había nacido por parto vaginal, tuvo 37 semanas de gestación, pesaba 2.380 gramos, y presentaba puntajes de APGAR de 9 y 10 a 1 y 5 minutos. El examen físico al ingreso no mostró hallazgos a nivel pulmonar, ruidos respiratorios sobreagregados, masas ni organomegalias. En el hemograma se destacó un recuento total de leucocitos de 17.500/µL con 69 % de neutrófilos, 20 % de linfocitos, 9% de monocitos y 2% de eosinófilos. El nivel de proteína C reactiva fue de 7.3 mg/dl. El análisis de líquido cefalorraquídeo (LCR) no mostró ninguna alteración, y los cultivos de sangre, orina y LCR fueron negativos. <h3>Evolución clínica1 </h3>Se inició antibioterapia empírica intravenosa con cefotaxima y ampicilina. A pesar de este tratamiento, la fiebre persistió y el neonato desarrolló distensión abdominal 4 días después. La radiografía mostró dilatación inespecífica de las asas intestinales. Se realizaron pruebas para herpes virus simplex, virus de Epstein-Barr, citomegalovirus, virus de hepatitis B, rubéola, Chlamydia trachomatis y Toxoplasma gondii, que resultaron negativas. Se repitieron los niveles de proteína C reactiva, los cuales fueron de 14.4 mg/dL y un dímero D de &gt;20 mg/L. Los antibióticos se cambiaron a vancomicina y ceftazidima empíricamente. Se realizó una radiografía de tórax y una tomografía computarizada que se muestran en las figuras 1A y 1B.<figure class="image"><img src="https://res.cloudinary.com/docred/image/upload/t_optimization/v1657134467/Figura_1_eb44460941.webp" /><figcaption>Figura 1A, radiografía de tórax realizada a los 12 días de vida del paciente. Figura 1B, tomografía computarizada de tórax realizada a los 15 días de nacido. Imágenes adaptadas de 1.</figcaption></figure> <figure class="poll" data-id="318">{ Poll ID: 318}</figure>Se sugirió realizar toracentesis, pero esta fue rechazada por los padres. Se analizaron lavados gástricos para tinción ácido-resistente y cultivo a los 20 días de edad después de que los padres aceptaran más pruebas, y una de estas muestras evidenció algunos bacilos ácido-resistentes. Se realizó una tomografía computarizada de control a los 24 días de edad que mostró consolidaciones en parche en el lóbulo superior derecho, con nódulos múltiples a nivel bilateral y derrame pleural moderado (figuras 1C y 1D).<figure class="image"><img src="https://res.cloudinary.com/docred/image/upload/t_optimization/v1657134586/figura_2_715a77bd2d.webp" /><figcaption>Figura 1C, múltiples nódulos de baja densidad en el bazo y adenopatías en la región hiliar del hígado. Figura 1D, nódulos en ambos campos pulmonares y derrame pleural.  Imágenes adaptadas de1.</figcaption></figure>El drenaje pleural evidenció un recuento total de leucocitos de 10.800/µL con 6% de neutrófilos, 57% de linfocitos y 37% de células mesoteliales; un nivel de proteínas totales de 4.6 g/dL, de deshidrogenasa láctica de 250 UI/L, y de glucosa de 164 mg/dL. Al menor se le administró isoniazida (15 mg/kg/día), rifampicina (15 mg/kg/día) y pirazinamida (20mg/kg/día) a los 24 días de nacido. Después de iniciar tratamiento antituberculoso, los síntomas desaparecieron gradualmente. Finalmente, tanto los cultivos obtenidos en el lavado gástrico como los de líquido pleural evidenciaron complejos de Mycobacterium tuberculosis. <h3>Evolución de la madre  </h3>La madre del paciente tenía 33 años, G1P1. Su prueba de estreptococo del grupo B fue negativa. No tenía antecedentes de interés ni de contacto con tuberculosis. Desarrolló una tos seca leve de una semana de evolución después del parto, con astenia general persistente y fue ingresada en la unidad de cuidados intensivos debido a alteración del nivel de conciencia a los 24 días de posparto. Las pruebas complementarias mostraron leucocitosis, trombocitopenia, coagulopatía aguda, e insuficiencia hepática y renal aguda. La prueba de serología de VIH fue negativa, y la radiografía de tórax mostró un patrón de tuberculosis miliar (figura 1E). La tomografía computarizada mostró infiltrado interlobulillar difuso y engrosamiento septal intralobulillar con opacidades en vidrio esmerilado (figura 1F).<figure class="image"><img src="https://res.cloudinary.com/docred/image/upload/t_optimization/v1657134688/Figura_3_ccdbce0e21.webp" /><figcaption>Figura 1E, radiografía de tórax realizada a la madre en el momento del ingreso hospitalario. Figura 1F, tomografía computarizada de tórax realizada el mismo día. Imágenes adaptadas de1.</figcaption></figure>Debido a la sospecha de que su recién nacido tenía infección de tuberculosis, se realizaron pruebas de tinción acidorresistente y reacción en cadena de la polimerasa en esputo. Ambas pruebas fueron positivas. A la madre se le administró tratamiento antituberculoso inmediatamente, pero murió 3 días después de la hospitalización.Discusión 1 La TC es rara y se puede diagnosticar erróneamente con facilidad. Este neonato desarrolló fiebre a los 6 días de edad como primera presentación clínica, y la radiografía de tórax inicial reveló una gran cantidad de derrame pleural. La familia negó que la madre del bebé tuviera contacto con tuberculosis.  Los órganos más comúnmente afectados por la TC son el tórax y los abdominales, lo que resulta en fiebre, tos, disnea, hepatomegalia, ictericia, esplenomegalia, dolor y distensión abdominal. Otras partes infectadas pueden ser cerebro, oído, ganglios linfáticos y piel. Se ha evidenciado que las gestantes tienen el doble de probabilidades de manifestar enfermedad pulmonar o volverse sintomáticas en comparación con las no embarazadas. Conclusión1 La TC es una enfermedad tratable si se diagnostica y trata oportunamente. En las zonas endémicas, debe tenerse en consideración, incluso si el único síntoma del neonato es la fiebre.<figure class="poll" data-id="319">{ Poll ID: 319}</figure>También le puede interesar: <a href="https://www.docred.com/articulos/articulo-medico-cifras-de-tuberculosis-tras-pandemia" target="_self">Cifras de tuberculosis tras la pandemia</a>

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Tuberculosis congénita

¿Conoce las características de la presentación clínica de la tuberculosis congénita?