La fiebre es un fenómeno frecuente en pacientes con trauma craneoencefálico (TCE) agudo. El control de la temperatura corporal es un reto para los médicos de cuidado intensivo, pues algunas medidas para el control específico de la temperatura se han asociado con eventos adversos y no han demostrado beneficios sobre desenlaces duros. El tratamiento de la fiebre en estos pacientes debe individualizarse, son necesarios estudios prospectivos de calidad para definir recomendaciones robustas al respecto.

La fiebre es la elevación anormal de la temperatura corporal por encima de los 37.7 ºC, aunque los límites propuestos para iniciar tratamiento y las formas de medición varían entre sitios. En pacientes con TCE agudo el límite para definir el inicio del tratamiento de la fiebre ronda los 37.5 ºC.Hasta el 70% de los pacientes con TCE agudo cursan con fiebre y se estima que la temperatura cerebral es mayor que la temperatura corporal hasta por 0.5 ºC debido a la alta tasa metabólica del sistema nervioso central. Incluso, algunos estudios sugieren que en caso de TCE, la temperatura cerebral puede ser mayor que la corporal hasta por 2 ºC, lo que impacta en mayor medida la función cerebral.La elevación de la temperatura corporal en pacientes con TCE agudo puede darse por varios mecanismos, lo que incluye causas tanto infecciosas como no infecciosas. Dentro de estas últimas, se encuentran la inflamación sistémica, la reabsorción hemorrágica, la trombosis venosa profunda y la lesión vascular. La fiebre puede empeorar la lesión isquémica y el edema cerebral, lo cual favorece la elevación de la presión intracraneal y aumenta el riesgo de herniación cerebral y muerte. Dado el potencial impacto de la fiebre en pacientes con traumatismo cerebral agudo, se ha propuesto el manejo específico de la temperatura como medida para minimizar la lesión cerebral secundaria y favorecer la recuperación neurológica. La temperatura central debería establecerse por medio del uso de un catéter intravascular o dispositivo esofágico o vesical, sin embargo, se encontró una buena correlación de la temperatura rectal. En general, no se recomienda el uso de mediciones periféricas de la temperatura, pues su correlación con la temperatura corporal central es pobre y suele subestimar su valor real. Al igual que otros signos vitales, debería establecerse en estos pacientes la monitorización continua de la temperatura central, y siempre que se documente fiebre deberían tomarse muestras microbiológicas para descartar oportunamente la existencia de infecciones concomitantes. La fiebre de origen neurogénico por TCE, es decir, aquella asociada directamente al trauma, resulta de la disrupción del punto de ajuste hipotalámico de la temperatura debido a inflamación o lesión directa de esta estructura neuronal. Es más probable que ocurra tempranamente en pacientes con evolución crítica y con evidencia de sangrado intracraneal o lesión axonal difusa. La evidencia en relación con el tratamiento apropiado de la fiebre en pacientes con condiciones neurológicas agudas es pobre. Un consenso reciente establece que en pacientes con fiebre neurogénica secundaria a eventos cerebrovasculares se debería mantener la normotermia (temperatura objetivo de 37 ºC) e iniciar manejo específico de la temperatura en caso de que esta exceda los 37.5 ºC. La recomendación es iniciar el uso de antipiréticos farmacológicos como primera línea.En contraste, la Sociedad Francesa de Cuidado Intensivo no recomienda el uso de medidas para el tratamiento específico de la temperatura en pacientes con sospecha de infección del sistema nervioso central y que toleran la fiebre, pues se considera importante, más allá de las medidas antipiréticas, enfocar adecuadamente el tratamiento antimicrobiano. Algunos estudios han demostrado que no existe beneficio de la administración profiláctica de paracetamol o ibuprofeno en pacientes con eventos cerebrales isquémicos o hemorragia intracraneal, sin embargo, análisis post hoc sugieren mejor desenlace en el subgrupo de pacientes con temperatura corporal entre 37 ºC y 39 ºC que recibieron antipiréticos. En individuos con eventos cerebrovasculares isquémicos o hemorrágicos, el uso de terapias no farmacológicas para el control de la fiebre y el mantenimiento de la normotermia con dispositivos de enfriamiento endovascular ha demostrado ser más eficiente en la reducción de la temperatura corporal que las medidas farmacológicas, no obstante, no se ha observado beneficio en los desenlaces a largo plazo. En caso de TCE la fiebre se asocia frecuentemente con desenlaces funcionales adversos. El incremento de la temperatura corporal incrementa el gasto metabólico cerebral, la liberación de glutamato y la actividad de neutrófilos a nivel sistémico. En estos pacientes se ha evaluado el control específico de la temperatura, tanto para el mantenimiento de normotermia como para llevar a hipotermia, no obstante, no se han reportado diferencias estadísticamente significativas en la mortalidad o los desenlaces neurológicos. El control de la fiebre parece tener efecto positivo significativo sobre los desenlaces neurológicos en los subgrupos de pacientes con TCE agudo severo cuando se compara con llevar a hipotermia. El tratamiento debe ser individualizado de acuerdo con las características del paciente y la evolución neurológica durante la hospitalización. La primera línea de tratamiento debería incluir el uso de antipiréticos como el paracetamol o los antiinflamatorios no esteroideos (AINES) con el objetivo de mantener la temperatura central por debajo de los 37.7 ºC, el uso de dispositivos de enfriamiento debería reservarse a pacientes con fiebre persistente y deterioro clínico asociado.

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Fiebre en Pacientes con Trauma Craneoencefálico

Abordaje y tratamiento de la fiebre en pacientes con trauma craneoencefálico agudo 
