Las fracturas patológicas en niños pueden darse en el contexto de patologías tumorales benignas y malignas. A continuación se exponen las principales lesiones identificadas en población pediátrica.

Las fracturas patológicas deben sospecharse en niños cuando se asocian a trauma mínimo, si la localización de la fractura es inusual o en caso de que se evidencie alguna anormalidad anatómica ósea en la radiografía.1,2Usualmente, se asocian con dolor y deformidad y pueden diferenciarse en micro o macrofracturas. Estas últimas, por lo general, ocurren en el hueso trabecular de las metáfisis óseas o en los cuerpos vertebrales, y normalmente no se desplazan.1Varios procesos intrínsecos y extrínsecos pueden condicionar al paciente a sufrir este tipo de lesiones, tales como cambios en la densidad mineral ósea, enfermedades como la osteogénesis imperfecta e infecciones.1,2La alteración en la fuerza ósea y las cargas aplicadas al hueso son los factores que determinan el riesgo de fractura. En este sentido, se han estudiado varios índices de predicción del riesgo de fractura en determinadas patologías, aunque características como el dolor, el tamaño de la lesión o el grado de compromiso cortical no han sido útiles como factores predictores independientes.1<h3>Evaluación inicial</h3>En los niños, la mayoría de fracturas patológicas son secundarias a tumores benignos o condiciones que simulan enfermedad tumoral, como las dolencias metabólicas e infecciosas. Sin embargo, las lesiones malignas son posibles en ellos y no deben perderse de vista.1En el abordaje inicial es fundamental una historia clínica detallada y un examen físico completo con el fin de identificar signos y síntomas útiles en el diagnóstico. Las radiografías simples en proyecciones ortogonales siempre deben tomarse.1El clínico debe tener en cuenta la localización de la lesión, su tamaño, el patrón de crecimiento óseo del paciente, la anatomía ósea visible, si existe o no reacción perióstica y el número de lesiones, ya que estos son factores importantes para el diagnóstico diferencial.1En general, la mayoría de lesiones óseas identificadas requieren biopsia. Determinar el mejor momento de hacerla es un reto para el galeno (no existe consenso al respecto). Se pone énfasis en que la biopsia no debe retrasarse cuando se sospeche malignidad, y se deben obtener cultivos en un contexto en el que la infección pueda ser parte del diferencial.1En la figura 1, se resumen las principales patologías tumorales, benignas o malignas, por grupo de edad en población pediátrica.<figure class="image"><img src="https://res.cloudinary.com/docred/image/upload/t_optimization/v1666116402/Figura_fracturas_patologicas_dbe550a15e.webp" /></figure><h3>Principales lesiones</h3><h4>1) Quiste óseo unicameral</h4>Representa el 3% de las lesiones óseas primarias benignas. Se estima que aproximadamente el 85% de estas se identifican en pacientes menores de 20 años.1Por lo general son la causa más frecuente de fracturas patológicas en pediatría, y el húmero proximal es la localización preferente, seguido del fémur proximal. Los pacientes normalmente consultan por dolor local secundario a una fractura patológica asociada a la lesión. 1En la radiografía simple, se observa una lesión radiolúcida, bien circunscrita, metadiafisiaria, de localización central con o sin expansión medular. El signo de la hoja caída es patognomónico de esta lesión y puede observarse en las radiografías, tomografías y resonancias. Demuestra un aspecto quístico con un fragmento óseo cortical de la fractura en su interior. 1El manejo de este tipo de fracturas es con inmovilización convencional. Posteriormente, el quiste puede tratarse con descompresión o disrupción mecánica de la pared quística, inyección de esteroides o matriz ósea desmineralizada o sustitutos óseos, y fijación para soporte estructural en huesos que resistan altas cargas.1Existen tratamientos percutáneos enfocados en lograr la disrupción de la pared quística y conseguir altas tasas de curación. Sin embargo, entre 8% y 30% de los pacientes peristen con la lesión luego de estos procedimientos. 1<h4>2) Fibromas no osificantes</h4>Se conocen como defectos corticales fibrosos o fibromas no osteogénicos, y constituyen la lesión ósea benigna más frecuente en niños. 1Desde el punto de vista radiológico, se caracterizan por ser lesiones lobuladas, bien definidas, líticas, de localización excéntrica en la metáfisis ósea. Por lo general no tienen reacción perióstica a menos que se acompañen de una fractura patológica, y es común que se ubiquen en la parte distal de los huesos largos, por ejemplo, en el fémur.1Suelen desaparecer con el tiempo y en su mayoría son asintomáticos. En muy pocos casos producen dolor y edema localizado, asociado a la actividad física intensa.1<h4>3) Quiste aneurismático óseo</h4>Es una lesión benigna pero muy agresiva. En el 80% de los casos se presenta en personas menores de 20 años. Su crecimiento rápido simula una lesión maligna, y aunque no es neoplásica, sí puede acompañar otras lesiones óseas de este tipo.1A menudo se localiza en el femur, la tibia, el peroné, el húmero y la columna vertebral. Actualmente, el curetaje óseo con injerto es el estándar de manejo. 1<h4>4) Displasia fibrosa</h4>Es una condición benigna no hereditaria que provoca la destrucción del hueso normal para remplazarlo por tejido fibroso. Constituye entre el 5% y el 7% de los tumores óseos benignos. 1Se presenta a cualquier edad, pero es más frecuente alrededor de los 10 años. Puede aparecer como enfermedad monostótica o poliostótica, siendo la primera la que más se asocia a fracturas patológicas.1<h4>5) Tumores óseos malignos</h4>El osteosarcoma y el sarcoma de Ewing son los tumores malignos más frecuentes en población pediátrica. En estos, las fracturas patológicas pueden ocurrir con trauma mínimo o de forma espontánea debido a la pérdida de matriz ósea por la alta celularidad tumoral. 1,3 El tratamiento estándar de este tipo de lesiones es la quimioterapia neoadyuvante, luego de una adecuada biopsia y estadiaje de la enfermedad. 1 En cuanto a imágenes diagnósticas, la radiografía simple y la resonancia nuclear magnética son indispensalbes para evaluar el tumor primario, el compromiso de tejidos blandos, la proximidad a estructuras neurovasculares y el diagnóstico de metástasis.1 <h3>Conclusión</h3>Las fracturas patológicas pueden ocurrir en el contexto de enfermedades benignas o malignas. Una adecuada historia clínica, un examen físico completo y el apoyo de imágenes diagnósticas son fundamentales para individualizar y dirigir el tratamiento. 1<h4>Comentario editorial</h4>Es de vital importancia para el galeno reconocer las principales enfermedades tumorales óseas, tanto benignas como malignas, en población pediátrica, para poder instaurar un manejo adecuado. A diferencia de los adultos, en los menores las fracturas patológicas ocurren en gran medida en el contexto de enfermedad benigna, lo cual impacta directamente en la calidad de vida de los pacientes. ¿Qué otras condiciones conoce usted que estén relacionadas con fracturas patológicas en la infancia?

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Manejo de fracturas patológicas en niños

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